¿Tristeza o Depresión?

A veces la tristeza puede resultarnos tan intensa y agónica que no sabemos si estamos pasando un mal momento o nuestro sistema emocional no ha podido más y ha terminado derrumbándose dando lugar a una depresión. En este artículo queremos diferenciar entre este sentimiento y los síntomas de depresión que pueden estar íntimamente relacionados en multitud de ocasiones pero manteniendo esta certeza presente, el hecho de estar triste no implica sufrir un estado depresivo.

¿A qué llamamos tristeza?
  • A pesar de que la mayoría de los seres humanos procuran evitar la tristeza constantemente, éste es un estado emocional de lo más normal y natural que puede sentirse en muchos momentos a lo largo de la vida.
  • La tristeza la podemos relacionar con el llanto, aunque a veces también se llora de alegría, de rabia o incluso de miedo. Lo que origina la tristeza depende de cada persona y cada momento concreto pero un ejemplo muy válido sería la decepción, cuando se han creado unas determinadas expectativas y éstas no se ven cumplidas, cuando la vida nos lleva a situaciones dolorosas en las que perdemos a personas que han tenido un lugar importante en nuestra vida, tristes incluso cuando el sufrimiento no es nuestro pero alguien de nuestro alrededor está pasando un mal momento.
  • Muchos artistas han encontrado en la tristeza su más profunda inspiración con la que se llega a lo más hondo del alma y, es en ella con la que han escrito los poemas más hermosos, canciones o incluso se han pintado maravillosas obras de arte que han nacido como un medio de expresar este sentimiento tan intenso.

Por lo tanto, no debemos de temer la tristeza ya que es una reacción emocional natural en el ser humano pero sí, a modo de recomendación personal, a veces es mejor aprender a “torear” la tristeza y dejarla pasar par no embargarse, ni hundirse ni regodearse en todos los sentimientos que genera.

La Infelicidad como forma de ser

¿Por qué elegir ser infelices? está en nuestra mano.

Somos lo que pensamos y creemos en lo que pensamos; y si los pensamientos egocéntricos nos dominan pueden darnos una apreciación de la realidad ficticia, centrada sólo en nosotros mismos, sin dejar espacio para el otro y llenarnos de frustración e infelicidad.

A veces creemos ser demasiado generosos y las actitudes no esperadas de los demás nos hacen arrepentirnos de esa generosidad, sin darnos cuenta que también nosotros actuamos sin saberlo impulsados por motivos egoístas.

Una madre que ayuda a su hijos con la crianza de sus nietos se puede llegar a sentir en algún momento que está dando demasiado y recibiendo poco, sin embargo no puede darse cuenta que cuidar a los nietos es lo que ha elegido, tal vez por motivos egoístas, para no sentirse sola, para justificar sus horas, para tener algo que hacer, para sentir que la necesitan o porque no se anima a hacer otra cosa.