Hace unos días tuve la oportunidad de escuchar a la psicóloga Marina Bueno Belloch, una de las personas que fundaron la primera asociación de adopción en España, hablar sobre cuándo se le debía decir al niño que es adoptado y de qué manera hacerlo.
Podríamos definir la adopción como una manera diferente de filiación a la biológica pero con las mismas obligaciones, no sólo es dar el apellido a una persona sino comprometerse a cuidarla tanto física como emocionalmente, a permitirle tener sus propios sueños y deseos, a darle un lugar.
¿Cualquiera puede adoptar a un niño?
No todas las personas cumplen las características necesarias para poder adoptar, no sólo importan los aspectos económicos que aseguran que ese pequeño va a poder solventar sus necesidades básicas sino que es fundamental que se tenga la certeza de que ese niño va a poder desarrollarse como sujeto en esa familia.
Puede que a muchos os parezca algo lógico y que no sea necesaria la mención de un aspecto que parece algo sencillo, pero la realidad es que hay muchos padres adoptivos que no pueden ofrecer esto a los pequeños, que no son capaces de ofrecer un lugar psíquico dentro del núcleo familiar, entre otros casos.
Si estás pensando en adoptar es preferible que pienses qué es lo que te está llevando a adoptar, cuál es la verdadera razón de que quieras tener un hijo. Antes se querían porque cuantas más manos hubiera para trabajar mejor, ahora muchos padres buscan alguien que les cuide cuando sean mayores o una persona que rellene un vacío. Ninguna de estas razones sería válida para adoptar la vida de un niño.
Sin duda alguna, el camino de unos padres adoptivos no es más sencillo que el de unos padres biológicos.