El miedo es una de las emociones más fuertes que se pueden experimentar. Psicológicamente, se ha logrado definir la función del miedo, el por qué de esta sensación y las consecuencias en el cuerpo humano. Así mismo, también se han logrado asociar traumas, fobias y otros episodios y condiciones desagradables producto de alguna situación que provocó un miedo intenso en algún punto de nuestras vidas, fuese a la edad que fuese, aunque tiende a tener un mucho mayor impacto en la infancia y en la adolescencia.
En un principio, el miedo era un buen método para que nuestro cerebro nos hiciese saber que algo potencialmente peligroso podía suceder o estaba sucediendo. Es normal, por ello, tener cierto miedo a las alturas, a las serpientes, a la noche, a las arañas, a los insectos en general, al mar, a los lugares confinados y poco ventilados, etc. Esto es razonable, ya que muchos insectos son venenosos, las arañas también poseen veneno y una mordedura bastante desagradable en muchos casos. Las serpientes también son potencialmente mortales para el ser humano, las alturas también pueden dañarnos, etc.