Llamadas de atención

Los niños necesitan ser vistos, necesitan nuestra atención sobre todo a la edad de tres años. Por eso, es fácil que en algún momento os haya ocurrido si sois papás o que lo hayáis visto por ejemplo en un parque que hay muchos peques jugando.

Una situación que he visto más de una vez es cuando un niño sube a lo alto del tobogán y dice “Mamá mírame!”, y se tira. Pero esta situación vuelve a repetirse un montón de veces, el niño vuelve a subir y vuelve a llamar a mamá para que le mire, como es normal llega un momento en que uno se cansa de mirar.

También entendemos que las pataletas son llamadas de atención y lo que hagamos frente a ellas dictaminará que vuelvan a ocurrir o no. Es importante no reforzar este tipo de conducta, pero incluso es más importante preguntarse a uno mismo qué es lo que ha ocurrido para que el niño tenga que hacer una pataleta para llamar nuestra atención.

Como siempre una buena comunicación con los pequeños os ayudará a encontrar las respuestas y a satisfacer la necesidades que se ocultan tras esa pataleta, porque no se debe más que a una carencia emocional.

 

Estas llamadas de atención también las realizan los adultos, algunos abiertamente y otros con formas más sencillas y menos llamativas.

Todas las personas necesitamos reconocimiento, necesitamos que valoren lo que hacemos o lo que somos, necesitamos ser vistos pero hay un límite entre la salud y lo que ya comienza a ser algo patológico, no porque haga sufrir a los demás, si no porque esta persona puede estar sufriendo mucho si no se la ve como desea.

Cuando una persona necesita el reconocimiento constante es porque no ha sido vista cuando era pequeña por una razón o por otra que dependerá de cada caso en concreto.

No se trata de que uno de sus padres no la viera tirarse del tobogán en un momento determinado, son diferentes factores los que intervienen y acaban provocando una carencia emocional en la persona, un vacío que a veces puede ser complicado de llenar.

En esta búsqueda de reconocimiento también podemos mencionar a aquellas personas que son extremadamente agradables, aquellos que pensamos “son demasiado buenos” pero sin ningún matiz de desconfianza, porque es que son así ¿Pero qué es lo que ocurre?

Muchas de estas personas ponen el bienestar del otro por encima del suyo, satisfacen las necesidades de los demás incluso aunque le exija demasiado personalmente.

Estas personas buscan reconocimiento y valoración a través de estas motivación inconsciente, pero necesita que se les vea, que les acepte y se les quiera.

El niño necesita ser visto y cuando esto no es posible en su infancia y/o adolescencia, tenderá a buscar esos ojos que lo miren y reconozcan su persona y su labor en la madurez.

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